domingo, 8 de marzo de 2020

SENEGAL, UN PAÍS EN EL CORAZÓN. POR ÁNGEL CAMPOS.

Marzo-2020

Acabo de regresar de Senegal y me ha pedido mi amigo Maguette Sow que escriba mis impresiones del viaje para publicarlas en este blog, al que estoy suscrito desde el principio, y así aportar una visión diferente, desde fuera, del país. También me ha pedido que lo ilustre con algunas de las fotografías que he hecho durante mi viaje.

De entrada, tengo que decir que no seré objetivo. Tengo por Senegal una debilidad especial, una imagen preconcebida fruto de mi amistad con Sow y con muchos otros senegaleses que he conocido en España, siempre con una sonrisa en la cara y una asombrosa capacidad para sobreponerse a las extremadamente duras condiciones de vida que soportan. Llevaba una favorable idea de Senegal en mi cabeza. Ahora puedo decir que también la llevo en mi corazón.

Me he encontrado con un país muy vivo y dinámico. Más de un 35% de su población es menor de 25 años, lo que hace que encuentres en cualquier calle o aldea una mayoría de jóvenes y niños yendo al instituto o a la escuela, jugando al fútbol, o trabajando en cualquier tienda u oficio. La media de hijos por pareja es de casi seis y no es difícil encontrar familias con siete u ocho hijos. Ahora que se está logrando reducir la mortalidad infantil (históricamente alta por la malaria), se plantea un horizonte a medio plazo de un gran potencial, pero en el que también se presentarán dificultades si no se ofrecen oportunidades de trabajo. Volveré más adelante sobre esto.


Los niños se acercan siempre a saludarte

Aprenden y trabajan desde muy jóvenes
Escuela en el poblado Malinke de Tambounouya












La vida gira en torno al mercado, siempre vivo y presente en cualquier aldea, pueblo o ciudad, vertebrando alrededor de la principal arteria de comunicación la presencia, el colorido, el comercio y, en general, toda la actividad de la población


Al mismo tiempo, destaca el omnipresente papel de la mujer senegalesa en la vida cotidiana. Su presencia en los mercados, su trabajo en la casa, en el campo, en la venta de pescado, también en los bailes y fiestas, muchas veces cargando inverosímilmente con un bebé abrazado a su espalda y llevando en equilibrio su pesada carga en la cabeza. Todo ello con una majestuosa dignidad. Salta a la vista que este papel básico no está justamente reconocido en una sociedad muy lejos aún de la igualdad de oportunidades y de la no discriminación por sexo, pero será sin duda un terreno en el que la mujer senegalesa avanzará en la media que vaya teniendo acceso igualitario a la educación y, por qué no decirlo, a la planificación familiar, casi inexistente hoy día.


La presencia de las mujeres en todas las actividades diarias

En la aldea de Andyel


El río eje de la vida en Mako

He podido comprobar que la sociedad senegalesa es tolerante y solidaria. El concepto occidental de familia, no ya la anglosajona, sino incluso la mediterránea, más amplia e integrada, se queda muy lejos del concepto senegalés –intuyo que africano en general- de familia, que no se limita al núcleo más próximo (padres, hijos, abuelos) sino que se amplía a tíos, sobrinos, parientes lejanos y, si es necesario, hasta a los vecinos. Cualquier problema en este núcleo tan amplio es responsabilidad de todos: Enfermedad, problema económico, atención, dependencia, ayuda laboral… En todo “grupo” hay un cabeza de familia, generalmente el padre o hijo mayor, que es el que asesora, convoca o notifica el problema a todos los demás. Cada uno aporta –dinero, trabajo, atención- en función de sus posibilidades, pero todos lo hacen. Estén en la aldea, en el pueblo, en otra ciudad o en otro país, se ayuda en lo necesario. Por eso, es fácil entender que el éxito o el fracaso de los que migran a Europa es crítico para todos porque, de alguna manera, todos dependen del dinero que aquéllos envían desde allí.

Fiesta en Tambanoumouy
Visita al poblado Bassari de Sbikiling
En la región de Kedougou conviven etnias y religiones












También es una sociedad tolerante y pacífica: La mayoría musulmana (95%) convive sin ningún problema con la muy minoritaria cristiana o animista, e incluso la protestante, casi testimonial. Por otro lado, más de un 40% de la población es de la etnia wolof, lo que favorece que la inmensa mayoría del país se comunique en esta lengua. Pero en total conviven innumerables etnias y lenguas en Senegal: Peuls o fulanis; Serenes; Mandingas-Malinkés; Diolas; Bédicks; Bassaris……Incluso hay bastantes europeos que viven en las ciudades, sin que la convivencia de todas estas etnias suponga ningún conflicto.

Los recursos naturales en Senegal son exuberantes: Pesca, agricultura,  parques naturales, interés turístico, petróleo y gas, e incluso recursos mineros.
Por eso, para mí era incomprensible a priori que un país como Senegal no tuviera un mayor  nivel de desarrollo y sus habitantes se vieran obligados a migrar a Europa en busca de las oportunidades que no encuentran allí.


Hipopótamo en el río Gambia, en Wassadou

Extrayendo sal en el Lago Rosa. El salario de un día no llega a 2€

Cruzando el Río Gambia. Parque Niokolo Koba



































La explicación está, en el colonialismo. Pero no el histórico, sino el actual. Sesenta años después de lograr la independencia política, el colonialismo económico sigue presente en el país (en todo el continente) más que nunca, impidiendo su desarrollo económico y el íntegro auto-aprovechamiento de sus recursos.

La pesca, hace no muchos años principal fuente de trabajo y actividad para la población del arco occidental del país - donde se concentra la mitad de la población (Dakar, Casamance, Saint Louis)-, cada vez es más escasa debido a la presencia de grandes empresas pesqueras europeas que, con sus barcos de gran tonelaje y alcance, capturan los recursos pesqueros lejos de la costa haciendo cada vez menor el número de capturas de los cayucos que tienen un rango de actuación mucho más próximo.
La estrategia colono-imperialista es similar en este sector como en el resto: Se “convence” al Gobierno de turno para que conceda las autorizaciones necesarias para constituir empresas mixtas, mayoritariamente participadas por capital extranjero y con una mínima participación estatal. De esta forma, se esquilman los recursos del país sin que se beneficien, nada más que en una mínima parte, los propios senegaleses. Peor aún, se limitan las oportunidades de trabajo y subsistencia de sus habitantes que, sin otra opción, se ven abocados de esta forma a la emigración.


Frenesí de pescadores en St Louis
Mina de oro en Mako, de titularidad alemana, el 10% cedido al estado senegalés

El puerto marítimo de Dakar constituye un ejemplo perfecto del papel que jugaron los puertos coloniales en África Occidental centralizando el comercio desde el imperio y hacia el resto del área colonial francesa. Aún hoy día canaliza gran parte del tráfico hacia el resto de África y hacia América. En una información que no he podido contrastar, los senegaleses me dicen que Francia tiene asegurado, sin límite de tiempo, el 50% de los beneficios netos que genere la actividad portuaria de Dakar.

Fue una enorme sorpresa encontrarme una mina de oro en la región de Kedougou (Mako), en el sudeste, la zona más pobre y abandonada del país, frontera ya con Guinea Conakry y con Mali. La mina, explotada por la filial senegalesa de una empresa alemana tenía, según informaciones publicadas en su propia web, expectativas iniciales de producción de 1 millón de toneladas de oro en un período de 11 años, pero las estimaciones posteriores han ampliado estas previsiones. La participación estatal en este caso se reduce a un exiguo 10%. Ni siquiera la región, cuya población total apenas supera las setenta mil personas y apenas más de seis mil en el área más cercana a la mina, se ve beneficiada por los puestos de trabajo que se generan, ya que la empresa sólo da empleo a personal angloparlante.
Los senegaleses, resignados, piensan que si el beneficio de esa mina recayera en las arcas estatales, sería suficiente para costear la construcción de las infraestructuras que necesita el país, así como para generalizar un sistema de salud pública que les es tan necesario.
   
La caída del sol suaviza las temperaturas

Poblado Bedick de Andyel, una de las etnias más antiguas de Senegal
Las previsiones apuntan a que Senegal se convertirá en un significativo productor de petróleo y gas a muy corto plazo. Según el geólogo senegalés Fady Ndao, en su libro “L’or noir du Sénégal”, el potencial gasístico permitiría al país situarse en el top 10 africano de productores. Pero los operadores de los bloques de prospección son algunas de las grandes multinacionales petroleras y la participación estatal nuevamente se reduce al 10% en estos bloques.

El pueblo senegalés es emprendedor y trabajador incansable. Y los recursos del país son ingentes. Pero las actuales estructuras de explotación de esos recursos, fruto de las desiguales relaciones de poder existentes, vulneran los derechos humanos e impiden el desarrollo integral de su población.
Cuando en Europa se dice que lo que hay que hacer para solucionar los actuales flujos migratorios que llegan a nuestras fronteras es invertir en esos países no se es (o no se quiere ser) consciente de que el modelo económico actual de relación no sólo no es válido, sino que perpetúa y agrava la situación.

Termitero en el parque natural de Niokolo Koba
El horizonte socioeconómico de Senegal a medio plazo puede ser muy prometedor. Los ingentes recursos naturales, reforzados por un gran potencial turístico, su joven estructura poblacional, el carácter pacífico, tolerante y trabajador de sus habitantes, su estabilidad política y social con ausencia de conflictos étnicos, constituyen una base inmejorable.
Pero también se atisban grandes  y preocupantes dificultades si no se ofrecen oportunidades de trabajo y desarrollo para esa población. El recurso a la emigración seguirá siempre ahí. Nadie quiere abandonar su familia ni su territorio si no se ve obligado a ello. Pero es evidente que, si no cambian las actuales estructuras, no les va a quedar otra salida.

La imaginación y la falta de trabajo llevan a Europa

Casas de la Isla de Gorée. Patrimonio de la Humanidad y testimonio de la barbarie esclavista en la zona

El transporte público también es una aventura

Los baobabs, presentes en todos los paisajes

Celda de hacinamiento en Gorée, la isla de los esclavos

Texto y fotografías de Ángel Campos, de Pueblos Unidos. Gracias por tu generosa colaboración.

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