miércoles, 3 de julio de 2019

LA RUTA DE LAS PATERAS (PARTE II)

Antes de entrar en la descripción de cada ruta, es necesario decir que ninguna de ellas es segura. Buena prueba de ello es la enorme cantidad de personas que pierden la vida en estos trayectos que han transformado el océano Atlántico y el mar Mediterráneo en las mayores fosas comunes del mundo actual.
Cuando el mar está tranquilo, el trayecto (incluso los más largos) puede hacerse sin problemas. Pero poca gente cuenta con que, al salir al océano, el estado de la mar y los vientos pueden cambiar de forma muy repentina y terminar con la embarcación y la vida de las personas que la ocupan. De la gran mayoría de estas tragedias nunca se tiene constancia en Europa.
Dejando clara esta premisa, analizamos las características de las tres rutas más frecuentes.


Las rutas más frecuentadas en la migración


RUTA 1: SENEGAL-ISLAS CANARIAS

Desde el punto de vista de la navegación, esta es la ruta más segura.
Su principal riesgo se encuentra en la salida al océano, a la altura de Nouadibou. En esa zona los cambios en la mar son casi imprevisibles y muy bruscos. Con vientos de 80 a 100 km/h, el riesgo se dispara porque las pateras (de las que hablamos en la parte I) no son resistentes.
La distancia desde Dakar es de 1300 km, 850 desde Nouadibou. Puede cubrirse en 4 o 5 días de travesía.
El trayecto debe realizarse a una distancia mínima de 100 km de la costa. Este factor introduce un riesgo importante, ya que a esa distancia la profundidad es muy grande y las olas mucho mayores. A esas profundidades no es posible utilizar el ancla para mantener la embarcación, ya que no llegaría al fondo. Si el motor se para por cualquier causa, las pateras quedan a la deriva. Los vientos más peligrosos de invierno las arrastran hacia el continente americano. Algunas han aparecido en costas americanas, a 8000 km de distancia, sin ocupantes.
 La mayor ventaja de salir en esta ruta se centra en los capitanes de las pateras. Se trata en general de pescadores senegaleses que conocen muy bien la zona y saben identificar los cambios del mar y resolver situaciones difíciles. Además, si conocen muy bien las fronteras en el mar y los turnos de las patrulleras, pueden acercarse hasta 50 km de la costa, donde la profundidad es menor y los riesgos se reducen. Las patrulleras hay que evitarlas, no se puede arriesgar a esquivarlas o huir de ellas porque son muy rápidas y alcanzan a la patera con seguridad en caso de localizarla.
Hoy en día quedan pocos navegantes con experiencia dispuestos a salir en uno de estos viajes y los pescadores jóvenes que están dispuestos a dirigir las pateras no tienen suficiente dominio de la navegación, a pesar de contar con modernos GPS.


RUTA 2: LIBIA A ITALIA


Es una ruta de alto riesgo. Durante la guerra en Libia, esta travesía se hacía en barcos sólidos y grandes, pero el sobrepeso que transportaban los hacía muy peligrosos. Actualmente se realiza en grandes balsas que van equipadas tan solo para alcanzar las aguas internacionales. Transportan en ocasiones entre 200 y 500 personas. Al ejercer menos control las autoridades libias que las argelinas o tunecinas, las salidas se concentran allí. El océano atlántico es más peligroso en general que el mar Mediterráneo, pero estas embarcaciones dependen enteramente de la capacidad de actuación de las ONG's y guardacostas, quedando demasiadas veces en desamparo, sin combustible ni víveres para tantos ocupantes y a merced de gobiernos que se lanzan unos a otros la patata caliente de su acogida. Muchos se hunden ante la mirada y la inacción de los guardacostas que reciben órdenes de no ayudarlos. Algunos de ellos terminan en Lampedusa, por cercanía e intentan lograr el paso hacia Grecia o Turquía, más permisivos con la entrada de inmigrantes en sus territorios.


RUTA 3: EL ESTRECHO

El estrecho se convierte en una ruta muy peligrosa, en la que el riesgo viene de su mayor ventaja, la distancia es muy corta.
Sin embargo, la inexperiencia de los navegantes y la fragilidad de las embarcaciones (como ya comentamos en la parte I) la convierte en una ruta de alto riesgo. En cualquier zona de las cercanías del estrecho se acumulan personas que informan a los inmigrantes de por dónde atravesar y les facilitan las embarcaciones que necesitarán. Se les llama facilitadores, aunque en España se conocen como mafias.
En esta zona hay corrientes muy intensas que juegan con estas embarcaciones a remo casi sin control.
Hay muchos puntos posibles de partida desde el norte de Marruecos. Habitualmente se eligen aquellos de menor vigilancia. Pero el mayor riesgo se afronta en la llegada, porque en las proximidades de las costas rocosas, cualquier ola puede arrojar las pequeñas balsas contra la roca y se destruyen automáticamente, dejando pocos supervivientes. Y con los escasos medios de navegación con que cuentan no es fácil elegir el punto de llegada.

Para las rutas 2 y 3 hay que tener en cuenta que, en el caso de una persona subsahariana, implican un largo viaje por el interior, ya que en la mayoría de los casos quienes emprenden esta locura no tienen medios económicos para viajar en avión hasta Casablanca o Libia como turistas. Supone atravesar el desierto compartido entre Marruecos, Mauritania, Mali, Argelia. Este largo camino es extremadamente peligroso, y se encuentra sembrado de cadáveres. Muchos optan por viajar entre capitales, quedándose en algunas de ellas largos periodos de tiempo cuando encuentran un trabajo, lo que les permite ahorrar hasta poder superar el siguiente tramo. Así pueden transcurrir incluso varios años hasta que alcanzan un punto de salida que consideran seguro.
Y tras el viaje... La incertidumbre. Quienes llegan (que no son la mayoría) se enfrentan a una realidad que no es la que tenían en sus planes. Pero esa es ya otra parte de la historia.