LA ASIMETRÍA ENTRE DOS MUNDOS

Este verano tuve el honor de ser invitada por mi amigo Maguette Sow. Me ofreció su casa y la de su familia, incluida la de su hermana, para pasar unos días de vacaciones con una amiga. Y no lo dudé, busqué un vuelo de ida y vuelta asequible en las fechas que nos cuadraban a ambas y preparamos las maletas. No tuvimos nada más en que pensar, porque todo lo necesario en Dakar y sus alrededores nos lo proporcionaron su hermana, sus sobrinas y sobrinos, su mujer y sus hijos, además de él mismo. Antes de coger el vuelo nos informamos acerca de las condiciones para visitar el país, vacunas y visado. Las vacunas fueron cosa de esperar unos días y banderillazo. En cuanto al visado, en la embajada se nos indicó que siendo europeas no necesitábamos trámite ninguno para permanecer en el país. Una vez allí, recibimos un trato acogedor y amable en todos los lugares que visitamos, comimos, charlamos y disfrutamos de la compañía de buena gente en todas partes y nos llevamos un poco de la alegría y el color de África. 

Con Taco, sobrina de Sow, en el barco hacia Gore

Con Sow, su hermana Bousso y su padre

Con Taco, paseando por la isla de los esclavos

A raíz de esta visita, me viene a la cabeza las enormes dificultades que tienen ellos para venir a España, incluso teniendo a sus familiares aquí. Sow no puede recibir libremente la visita de sus familiares en su casa, incluso teniendo la residencia en regla desde hace años en España. Para conseguir un visado de visita son necesarios interminables papeleos con sus consiguientes traducciones juradas (a 50€ la página) y citas para seis meses mínimo, más probablemente un año más tarde, el visto bueno del gobierno de aquí y la embajada de allá que no siempre se consigue. Para ponerlos en duda en cuanto ponen el pie en España, sospechar, desconfiar, criminalizar incluso a los niños.

Deberíamos hablar más de información real, integración, aceptación. Lo demás sobra.